Existen libros que son geografia y este lo es de un modo especial, por ser la geografía de un cuerpo, o lo que es la mismo, por haber hecho desaparecer con el lenguaje los bordes que sepatan los territorios que habitamos de nuestra experiencia sensible. En estos poemas Guayaquil aparece como una anatomia desbordada y extensa, que reclama para si todo el espacio que requieren los excesos. Y en este libro (Premio Nacional de Poesía Pichincha 2017) la voz y su autora, la ecuatonana María Auxiliadora Balladares salen de sus fronteras para alcanzar el continente completo: Guayaquil es ante todo un cúmulo de poemas de amor. El yo poético, aun entre esquirlas, insiste en todas "las formas del amor" y se obstina en hacer de esa fuerza su materia prima. La muerte de un padre, un accidente a caballo y una cadera rota son los tres acontecimientos -aparentemente aislados- que empujan este territorio hacia el colapso, de donde nace en verdad todo poema Como decir. Yo creo que en realidad por eso se me murió la cadera/porque el cuerpo tiene que mutar si se muere el padre, amor/Yo no podia seguir caminando/tenía que abandonar mit caderas | A mi cuerpo le tenía que doler que el no pudiera tocar más el mar, amor.
La escritura de María, tan real y alucinada, le permite decir siempre aquello que ella quiere, porque su lengua se encuentra repleta de nervaduras y corteza. En Guayaquil cada página palpita, exuda y se fractura, y como si se tratari de un insecto, pierde también su esqueleto, para poder atravesar el despoin, nacer otra vez y morir en el deleite.