En 1972, Roland Barthes recibe una propuesta editorial perturbadora: escribir un libro sobre sí mismo, un ensayo de autocrítica que relea treinta años dedicados a pensar su gran aporte a la French Theory: la escritura. Barthes asume el compromiso, pero el honor que acepta un poco infatuado se convierte muy pronto en un proyecto inasible, problemático, que lo inspira como nunca pero lo fastidia también. Con el libro recién bocetado, Barthes duplica la apuesta y transforma el proyecto de libro en el tema de su célebre Seminario de la École pratique des hautes études de 1973-1974.
El léxico del autor es el registro de esa experiencia inaudita, que Barthes comparte con una quincena de estudiantes y que poco después desembocará en Roland Barthes por Roland Barthes, verdadero libro-bisagra en su trayectoria. A lo largo del curso, Barthes piensa su libro en voz alta, pone a prueba ideas e hipótesis, discute sus entusiasmos y sus vacilaciones. Como el libro es una extraña versión de autobiografía intelectual, no es solo su pensamiento o su escritura lo que expone; es él mismo, su imaginario de escritor, su intimidad, su cuerpo, sus fantasmas. Así, El léxico del autor es al mismo tiempo la crónica grupal de un libro que se escribe en vivo, el experimento de una introspección a cielo abierto y el ensayo de un modelo de enseñanza utópico, fundado en el deseo y la diferencia, donde el Maestro no trasmite otra cosa que el sinuoso work in progress de su práctica y lo que se enseña, en el fondo, no es lo que se repite sino lo que solo sucede una vez.