Amantar, saborear, ayudar, esperar, sostener, respirar con alguien un final. Poemas escritos de verbos vueltos amigos aunque lo que se narre no sea un festejo. O quizá por eso, porque no está la pretensión de ser feliz como imperativo, slogan o ideal, sino la de estar presente a pesar de su importancia efímera, deja una impronta. Las hojas son el asiento-sillón en el que el cuerpo descansa, se echa, piensa, pregunta y anhela la condensación del propio tiempo, el que hubo, no hay, y se pellizca de donde sea para que no se convierta en sobra! El poema como voluptuosidad total, entrega, a lo que es, va siendo por envión, no hay forma de caminar hacia atrás, manejar, movernos de otro modo. — Tamara Domenech