Antes del río es un libro que se bebe de un sorbo, un fondo blanco tan pensante como emocional, cotidiano y profundo, que relampaguea en el alma del lector. Los apuntes de una heroína que recorre mil caminos, pueblos y ciudades, lugares familiares o desconocidos, que visita refugios (casas, albergues, bares, cuevas) y que se aparta del grupo, la siempre extranjera, etnógrafa de sí misma, la que observa y anota mientras mira. Una heroína romántica que muestra los encuentros amorosos como nadie jamás lo hizo. Con amor, con piedad y con el encanto de sus prosas, el placer del pensamiento, el amor al conocimiento y la belleza de una inteligencia deseosa de abarcarlo todo. Como esas hormigas que llevan hojas o pétalos diez veces más grandes que ellas. Como una diosa (instruida por Tiresias en un subte) que con los brazos hacia arriba sostiene el universo.
Roberta Iannamico
Hay un lirismo Bléfari. Es seco, a veces áspero, inesperado, como en ese verso de incógnito de “Fantasmas” que dice: “Fútbol en la tele, como arte”. Pero aún de esa frugalidad casi militante se deduce un yo, y hasta un yo romántico. Ese sujeto Bléfari, Antes del río lo pinta así: hija única, autodidacta, curiosa, cultivada y salvaje a la vez, colmillos invisibles, curiosa, dispuesta a todo, a aprenderlo e ignorarlo todo, con tal de buscar el tesoro de lo propio.
Alan Pauls