La tradición literaria de escribir sobre “personas comunes” se inicia en 1879 de la mano de un joven Chejov que tiene que escribir cuentos mientras estudia medicina para mantenerse y ayudar a su familia. El concepto de persona común es problemático desde sus comienzos: no se trata de nivelar para abajo, sino de explorar qué hay de luminoso, monstruoso o extravagante en eso que consideramos nuestro vecino. En estos cuentos se explora algo similar: el momento en el que una persona común deja de ser tal. No hay más en ellos que una realidad compartida, pero la pregunta que los recorre es: ¿existe realmente una realidad plena, sin fisuras, o hay momentos en los que se resquebraja? ¿Son los momentos de verdadera revelación, de epifanía? Con astutas construcciones de tramas, con un inteligente sentido del humor, con un lenguaje transparente y eficaz, con una vacilación que va desde la ternura hasta la crueldad más incisiva y honesta, D’Albenzio nos presenta una colección de personajes que accede al momento en el que sus pequeñas realidades se resquebrajan y muestran la luz intolerable del otro lado. Una vez leídos, eso que llamamos lo cotidiano se enriquece y complejiza, porque somos esas personas comunes y a todos nos llegará, tarde o temprano, el momento de que nos quiten el suelo donde pisamos y quedemos en el aire, aleteando sin sentido.
Luciano Lamberti