Todo se une con la noche es un ensayo biográfico conmovedor sobre Juana Bignozzi y su
obra. Dentro de sus aciertos se encuentran: el abandono del orden cronológico para
privilegiar la densidad temática de una vida tumultuosa en las ideas y una personalidad
avasallante; la composición a través de escenas narrativas con detalles bien elegidos y que
son un lujo para la lectura —jamás olvidaremos los sillones con forma de elefante ni que
Juana se va a Córdoba con zapatos italianos y vuelve en alpargatas—; los testimonios
seleccionados con sabiduría; el análisis dosificado y pertinente de los poemas y, sobre todo,
la voz de la propia Bignozzi en sus versos y en entrevistas. Esta composición transversal y
temática logra un efecto de inmersión total en la personalidad de Bignozzi:
vemos cómo el insomnio es constante desde sus 30 a sus 60 años y cómo sus variaciones
sobre el tema van haciendo su vida y su obra, al igual que el alcohol, cierto tipo de ropa, la
pintura, su trabajo denodado en editoriales y traducciones. La vemos atravesar ciudades con
voluntad férrea, sostener convicciones a costa de todo, resistir como única mujer poeta en el
grupo El pan duro, en la España que no logra atraparla, en tantos otros lugares. Bignozzi
emerge de este relato sincopado en tópicos como una figura heroica allí donde tal vez ella
menos lo pensaba, en esa posición estoica e intransigente que fue también la de su poesía
dura, irónica e inteligente, la obra de la única mujer en un grupo de varones que solo podía
ser absolutamente diferente a la de sus pares, una obra construida con los dientes apretados
y la sonrisa de quien, en secreto, sabe que está creando su propio sol. Betina González