La palabra “dividual” es una contraseña para referirse al modo en que nos convertimos en efluvios de datos, manufacturas de oscuros algoritmos y cifras de esas megamáquinas sociales llamadas plataformas. A contrapelo de la centralidad social, política, jurídica que tiene desde hace siglos el individuum, Gerald Raunig alza entonces la bandera de su arqueología: dividuum. Las dudas de Cicerón para traducir al latín el Timeo de Platón y los dilemas de la Trinidad cristiana en la teología medieval, la clarividencia habitual de Nietzsche para destrozar la moral, y la antropología feminista de Marilyn Strathern, el esquizoanálisis de Guattari y las sociedades de control de Deleuze, son convocados para explicar las redes “sociales”, los derivados financieros y la logística del capitalismo maquínico hoy.
No se trata de un ejercicio de erudición y eclecticismo, sino de entender hasta qué punto el éxito histórico de la idea de individuo ocultó la trama paralela que ahora nos estalla en la cara. Y Raunig invita a acompañar su apuesta: una revolución molecular en ciernes donde (afortunadamente) ya no se trata solo de humanos. Ve una novela de ciencia ficción con un final no tan malo. Ve un desvío para la servidumbre maquínica y voluntaria de la (pos)pandemia. Todo eso, cuando dejemos de ser los individuos que somos…
¿Desamblaje?