¿Se puede narrar la tragedia que nos funda? ¿Existe el verbo que pueda articular su condición de verdad? Un accidente en una ruta uruguaya es el centro de gravedad alrededor del cual giran los sobrevivientes de esta novela fragmentaria, vibrante, ectoplasmática. Con una sensibilidad cruda, erizada por los filos del humor y la poesía, la protagonista y narradora de El deshielo sale a la caza de ese vacío y en su intento de nombrarlo, de, al menos, trazar una silueta que lo contenga, se desensimisma para reconocer que las ruinas son siempre algo más que ruinas, y que, como decía Calvino, algo crece y hay que darle espacio. Los fantasmas nunca están donde esperamos que estén. Nosotros tampoco estamos donde creemos que estamos.
Ricardo Romero