Mary Oliver escribe poemas sobre la naturaleza, pero de una manera totalmente diferente a la que estamos acostumbradxs. En versos llanos retrata escenas cotidianas, situaciones detenidas en el medio del correr de los días. Y lo hace enmarcándolas con trazos simples que transmiten la tranquilidad de mirar el vaivén del mar o el vuelo de un pájaro.
Para destacar la traducción Natalia Leiderman y Patricio Foglia, porque un poema puede ser muy hermoso pero sin una buena traducción no somos nada. Un descubrimiento que recomendamos mucho.
El cierre de un poema es la frutilla que lo condena o lo destaca. ¿Qué hacer con uno con un final así de hermoso?
Nadie es dueño del cielo ni de los árboles / Nadie es dueño del corazón de los pájaros / Sin embargo, como soy humana y priorizo mis propios triunfos -aunque no soy envidiosa de los triunfos ajenos- volveré mañana, creo, bien temprano.