Dentro del surrealismo Eluard representa la tendencia más puramente lírica. Su mundo
poético expresa un cúmulo de sueños flotando entre los extremos del amor y de la
soledad. La única realidad a la que reconoce validez es el amor. Todo lo existente le
parece al poeta como una realidad degradada de la que sólo nos salva el amor. Así dice en
«Prohibición de saber»: «El amor está en el mundo para olvidar al mundo», y en «La
capital del dolor», agrega: «Una mujer es más bella que el mundo en que vivo». El amor,
para Eluard, no deja de ser ante todo acto físico, «vida inmediata», pero desde allí lo
eleva hasta un significado metafísico. Fuera del amor al hombre sólo lo espera la angustia
de la soledad y el desamparo en un mundo hostil.
Nadie mejor que Eluard supo en determinado momento condensar del modo más preciso y
más alto los tres fundamentos del surrealismo: el amor, la poesía y la libertad. Durante la
resistencia francesa, vivió intensamente una experiencia de fraternidad y sacrificio, y
desde entonces quiso que sus dones poéticos sirvieran para tender un lazo de comunión
entre los hombres.