A la velocidad de la luz propone un itinerario por destellos: percepción en tránsito de una subjetividad que recorre lugares y es recorrida por esos espacios y su novedad. De los caminos, la voz poética nos trae un álbum de imágenes y sensaciones que hablan más de una mirada que del mapa transitado. Familiaridades, uniones con el paisaje, descubrimientos de esos brillos del afuera que inciden en nuestras formas de ver y estar: ¿pero qué digo? / marchemos y escuchen / los pasos como música como danza / nuestras piernas ansiosas / por transitar el mundo.
Si viajar implica un paréntesis de la propia vida, en este hermoso libro Celina Feuerstein nos recuerda que el viaje, todos los viajes, son transformación. Lo lejano se vuelve cotidiano y el extrañamiento abre posibilidades para ser. Les hijes, la memoria y las personas amadas que ya no están viajan a nuestro lado adonde sea que vayamos. Y al final, como Celina con su mochila al hombro afirma, cada aventura es reencuentro: Nueva yo. Nueva, nuevísima yo.i viajar implica un paréntesis de la propia vida, en este hermoso libro Celina Feuerstein nos recuerda que el viaje, todos los viajes, son transformación. Lo lejano se vuelve cotidiano y el extrañamiento abre posibilidades para ser. Les hijes, la memoria y las personas amadas que ya no están viajan a nuestro lado adonde sea que vayamos. Y al final, como Celina con su mochila al hombro afirma, cada aventura es reencuentro: Nueva yo. Nueva, nuevísima yo.