1 cuota de $34.590 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $34.590 |
6 cuotas de $7.856,54 | Total $47.139,25 | |
12 cuotas de $5.247,88 | Total $62.974,55 |
3 cuotas de $11.530 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $34.590 |
3 cuotas de $12.323,26 | Total $36.969,79 | |
6 cuotas de $6.571,52 | Total $39.429,14 | |
9 cuotas de $4.670,03 | Total $42.030,31 | |
12 cuotas de $3.733,13 | Total $44.797,51 |
3 cuotas de $13.780,66 | Total $41.341,97 |
9 cuotas de $6.091,30 | Total $54.821,69 |
1 cuota de $34.590 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $34.590 |
3 cuotas de $12.438,56 | Total $37.315,69 | |
6 cuotas de $6.692,01 | Total $40.152,07 | |
9 cuotas de $4.798,40 | Total $43.185,62 | |
12 cuotas de $3.868,89 | Total $46.426,70 | |
18 cuotas de $4.542,82 | Total $81.770,76 |
6 cuotas de $7.853,08 | Total $47.118,50 | |
12 cuotas de $5.220,21 | Total $62.642,49 |
1 cuota de $34.590 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $34.590 |
Prólogo de Scottie Fitzgerald
Traducción de Albert Fuentes
A mediados de la década de 1930, F. Scott Fitzgerald tenía unas deudas astronómicas, su esposa Zelda estaba ingresada en una clínica psiquiátrica y la hija de ambos, Scottie, daba sus primeros pasos desde una infancia de privilegios hacia una juventud comprometida con su tiempo. Las cartas que le escribió, traducidas por vez primera al castellano, abarcan esos años decisivos, para el padre postreros, para la hija inaugurales. Se leen en estas cartas consejos sobre chicos, libros, viajes, alcoholes, asignaturas en la universidad, notas académicas, tratos con los dineros propios y ajenos, los peligros de un éxito prematuro (Scottie publicó un cuento en el New Yorker antes de cumplir los veinte años) o la insistencia en la ética del trabajo. También encontramos la mirada del escritor sobre el mundo funesto que se estaba gestando, desde la Guerra Civil española hasta los primeros compases de la Segunda Guerra Mundial. La guerra cambiaría para siempre el rostro de la Europa que ambos, padre e hija, habían conocido durante la engañosa bonanza económica de los felices veinte. Sólo Scottie la vería terminar. El 21 de diciembre de 1940, F. Scott Fitzgerald moría de un ataque al corazón en Hollywood. Se interrumpía sin despedida posible el intercambio.
Con una prosa perspicaz, a veces deshilachada por la urgencia, siempre ingeniosa, amorosa, atenta al ruido y la furia de la década, nunca presumida, profesoral o autoritaria, F. Scott Fitzgerald fue tejiendo entre 1933 y 1940 un milagroso lazo epistolar destinado no solamente a la niña de doce años, la adolescente de quince o la brillantísima joven de diecinueve, sino a una Scottie intemporal, a la mujer que vendrá, porque el padre no se guarda nada en las cartas y escribe con una asombrosa honestidad un testamento literario, ético, un regalo para una vida.
Es posible que Scottie no siguiera al pie de la letra los consejos de su padre, como reconoce en la magnífica, descreída, dignamente irónica introducción que abre estas páginas. Quedan, sin embargo, las cartas de Fitzgerald, ventana abierta a un tiempo y cuitas de un escritor que nos permiten, hoy, ahondar en la personalidad del autor de El gran Gatsby.
Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
«Fitzgerald es el escritor del que, posiblemente, se han publicado más volúmenes de sus cartas. Pero entre todos ellos ninguno tan gracioso, emotivo y desgarrador como estas.» RODRIGO FRESÁN, Vanity Fair
«Son, sencillamente, piezas tan sabias, delicadas y desnudas, escritas con tanto amor y compresión hacia ella, con tanta esperanza, que resultan desgarradoras.» ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS, El País
«Cartas a mi hija es un compendio de lo mejor que un padre le puede decir a la suya. […] Así, en estas misivas cargadas de afecto, no se destacan solamente los hermosos consejos del autor de El gran Gatsby. En ellas también se trasluce la vida turbulenta de que disfrutó.» DIEGO GÁNDARA, La Razón
«Un legado ético, plasmado con asombrosa simplicidad, que consiga sustituir a lo que nunca pudo ofrecerle.» OSCAR BENASSINI, Excelsior
«El cometido de cualquier padre, pero con una intensidad solo proporcional a la conciencia que tenía de lo que se les iba a venir encima.» Diario Kafka
«Ahora que el escritor vuelve a la actualidad por la adaptación que en mayo se estrenará en los cines de 'El gran Gatsby', con Leonardo Di Caprio como protagonista, la editorial Alpha Decay aprovecha para publicar 'Cartas a mi hija', por primera vez en español. En ellas, la figura del padre sale a relucir junto a los sinsabores de las relaciones que compartía con su pequeña.» PILAR MANZANARES, Hoy
«Aparecen, tras un prólogo de la propia Scottie y con traducción de Albert Fuentes, párrafos que esconden tras una falsa ligereza profundos pensamientos sobre esas guerras que acabaron con sus felices veinte.» NURIA ESCUR, La Vanguardia
«Al igual que en sus novelas y relatos, en Cartas a mi hija está el trayecto maduro de una vida, y quizás éste sea si no el mejor, el más hermoso y conmovedor de los libros de Scott Fitzgerald.» ANTONIO BORDÓN, La Provincia
«Textos en los que se muestra al Scott Fitzgerald más personal, preocupado por asuntos prácticos como la matrícula de su hija en la universidad de Vassar y las facturas del psiquiátrico en que estaba ingresada su mujer, pero también por cuestiones políticas como la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial, y por la vida en su conjunto.» BEATRIZ RUCABADO, Pérgola - Periódico Bilbao
«Uno de esos libros que sé desde ya que no me voy a cansar de recomendar. […] Leer un documento tan íntimo y despojado de literatura inútil como unas cartas escritas a una hija supone una manera inmejorable para entender la vida y obra del gran escritor americano.» BLANCA LACASA, Vogue.es
«Un libro imprescindible. […] La convicción moral de Fitzgerald –reflejada en toda su obra– de que a un luminoso y temprano despertar le sigue, en la vida, una larga decadencia y caída le haría especialmente sensible a la juventud de su hija, aunque ella no fuera nunca como su padre la soñó (y de subrayar eso se encarga Scottie, en el franco e inteligente prólogo que abre las Cartas a mi hija).» ANNA CABALLÉ, ABC Cultural
«Es un padre hablando a su hija, con la particularidad de que ese padre es uno de los narradores más importantes del siglo XX y en las cartas despliega sus virtudes como escritor, además de un sentido del humor inteligente y fino, y se desprende una visión del mundo propia particular, aguda y brillante. […] Es un auténtico privilegio acceder a sus pensamientos sinceros sobre el mundo, la fama, la literatura, el amor, los errores y la vida.» ALOMA RODRÍGUEZ, Letras Libres
«Las Cartas a mi hija, de Francis Scott Fitzgerald, que Alpha Decay acaba de publicar, son en verdad excelentes, como Naipaul dice. Y lo son por las razones que él señala: no hay en ellas artificio alguno, ninguna impostación literaria. Se trata de eso mismo: de las cartas que a su hija escribe un padre solícito, culposo, vigilante, exigente, a veces enojado, a menudo agobiado, siempre amoroso.» IGNACIO ECHEVARRÍA, El Cultural - El Mundo
«En el prólogo que escribió para esta interesante recopilación epistolar, Scottie hace referencia a algo que corta el aliento.» ROBERT SALADRIGAS, Cultura/s - La Vanguardia
«Una mezcla de valiosas lecciones de vida y crónica desesperanzada de un alma en caída libre por el alcohol y el éxito prematuro.» ANTONIO LOZANO, La Nueva España.es
«El libro no es una bronca continua, ni una charla amodorrante y cansina. No lo es gracias a la conmovedora libertad y el respeto con los que Fitzgerald trata a su querida interlocutora. Ambos hechos brindan a un lector no invitado una literatura cruda que transmite una poderosa impresión de verdad.» PILAR GÓMEZ, Filosofía Hoy
«L’edició que ara apareix en castellà, traduïda i editada amb gràcia i traça per Albert Fuentes […] ens ofereix una magnífica oportunitat d’escoltar la veu de Scott Fitzgerald tal com raja, sense la interposició de personatges, arguments ni intermediaris.» DAMIÀ ALOU, ARA Llegim
«Entre lo más emocionante que he leído últimamente.» ARCADI ESPADA, El Mundo
«Un epistolario conmovedor que permite ver una maravillosa relación paterno-filial, muy distinta a la que estamos acostumbrados. […] Un compendio de lecciones vitales transmitidas desde la originalidad y genialidad de su autor.» MANUEL VILAS, Heraldo de Aragón
«Recientemente la editorial catalana Alpha Decay ha tenido el gran acierto de publicar la correspondencia entre Scott Fitzgerald y su hija Scottie, donde podemos avanzar en la comprensión de la malograda y poderosa vida de uno de los autores más importantes de la historia de la literatura. En el prólogo del libro ella nos ofrece un consejo que habría que transplantarlo a mandamiento.» ALEJANDRO SIMÓN PORTAL, La Opinión de Málaga
«Son los textos de un hombre grandioso en su faceta de escritor, pero a veces terrible en su condición de padre, lo que significa que en ocasiones puede ser severo, levemente cruel e incluso algo dictador. […] Los tramos más interesantes son aquellos en los que él habla de su experiencia literaria y procura adoctrinarla.» JOSÉ ANGEL BARRUECO, Escrito en el Viento
«Las cartas son una delicia y los argumentos que da, algunos quizás desfasados, son los que cualquier padre o madre daríamos hoy día a un hijo/a que vive y estudia en otro lugar.» ISABEL SÁNCHEZ-CASADO, Libros-literatura.com
«Un precioso tesoro que nos sirve no sólo para conocer cómo era Fitzgerald en las distancias realmente cortas sino para presenciar una bonita relación entre padre e hija que confirma en todas las casas cuecen habas.» ESTELA CEBRIÁN, Fantastic Plastic
«Un libro durísimo en su contenido, pero que demuestra con claridad la vinculación de un escritor famoso con su hija adolescente, cartas en donde se mantiene la prosa alucinante y la claridad del proyecto literario de lo que es Fitzgerald.» CLAUDIA APABLAZA, 60watts
«Las cartas del autor de El gran Gatsby son una guía por el camino de la perfección de una chavala descocada y con ganas de vivir la vida loca y triunfar. […] Lo genial de estas cartas es que sirven para descubrir al tipo más triste del mundo.» SAÚL FERNÁNDEZ, La Nueva España