Centrada en un caso policial, la novela narra la historia de un pobre tipo llamado Eugenio Yañez, y de un crimen político ejecutado por el Estado. Como en Andamos huyendo Lola, Garro logra un clima de opresión y de asfixia, no exento de poesía y un sentido del humor finísimo, para desembocar en una aguda reflexión literaria sobre los efectos devastadores de la violencia política. El estilo de Garro es único, y probablemente no haya como ella otra narradora
latinoamericana que haga uso de los silencios como recurso estilístico y como metáfora política.