Los cuentos de Tali Goldman están hechos de llamadas telefónicas, mails enviados desde casillas ajenas, charlas que tratan de acortar la distancia, pero solo logran subrayarla, pepinos susurrados en secreto y tortas de naranja que pasan de mano en mano y terminan volviéndose la piedra basal de una vida.
Son cuentos de humor y picardía, cuentos que se permiten, de tanto en tanto, ser un poco irónicos y que, definitivamente, no le temen a la ternura y a la melancolía. No es fácil sacarle filo a la púa límpida y agridulce con la que estos cuentos pinchan al mismo tiempo que arrancan una sonrisa: Tali lo logra con total maestría.
Federico Falco