Una inolvidable noche de 1968 George A. Romero echó la última palada de tierra sobre el cadáver del cine de horror clásico. Sus zombis hambrientos y de lento andar, emblema de su cine rebelde y contestatario, empezaban a convertirse en leyenda para definir una audaz forma de crítica social, construida a base de sangre y órganos humanos.
La revolución de los zombis cuenta cómo, con recursos mínimos y un puñado de amigos, el cine de Romero retrata una historia despojada de épica y romanticismo, la parte más putrefacta e incómoda de la sociedad americana. Sus criaturas se encargan de denunciar todo: la segregación racial, el consumismo desaforado, el trauma por la derrota de Vietnam, la manipulación de los medios, el culto a las armas, la codicia desmedida y la trivialización de la violencia.
Ya no hay más lugar en el infierno. Se escuchan gritos a lo lejos. Es hora de encerrarse. Trabá puertas, cerrá ventanas. La horda es imparable. Vienen a buscarte.