En este segundo bloque de encuentros con colegas y allegados importantes de la escena intelectual francesa, como Isabelle Stengers, Jean-Claude Polack, Éric Alliez, Gilles Châtelet, o Danielle Sivadon, Félix Guattari despliega, desde sus componentes más simples a los más complejos, su cartografía esquizoanalítica.
En polémica con los reduccionismos y las equivalencias generales de la lingüística, los supuestos termodinámicos freudianos, la teoría lacaniana del significante, o el infraestructuralismo marxista, el instrumental cartográfico de Guattari busca integrar máquinas, materias, cuerpos, territorios, significados, y universos posibles a un análisis que admita su heterogeneidad, que no los jerarquice, y que desde ese punto de partida comprenda sus vínculos y el pasaje de unos a otros.
No es una doctrina, una tópica, dice Guattari, sino una serie de “puntos de referencia metodológicos” llamados a “rechazar todos los sistemas reduccionistas capitalísticos” que nos despegan de la fenomenología misma de nuestras prácticas, sea en el registro de la psicopatología individual o de un proceso colectivo.