El lomo de est libro articula dos libros. En Madrigales estalla el amor intenso, que une, a veces al unísono, la maravilla y la catástrofe. Se quiebran y se mezclan el espacio y el tiempo. Uno encara un tema clásico: mirar dormir a la amada. Otro, sobrevuela Japón y su mitología, alentados por un taxista. El yo le habla todo el tiempo al tú, tan generador como él.
El núcleo de la soledad repite el despertar (y el café) del yo solitario: el maldito inicio del día. Pero en un punto espera que la saquen a bailar una mujer- también sola. Se despliega la noche, y los ruidos aislados, metálicos. El solitario levita, y tiene que aprender a bajar en vez de ascender. La soledad lo hace sentirse un camello cansado.
Los dos están unidos por el lenguaje y las estructuras lujosas de los varios libros narrativos anteriores de Marcos Herrera. Aquí liberados en el territorio o el aire sin límites de la poesía.