En este relato se cruzan lecturas, anotaciones autobiográficas y diversas situaciones relacionadas con el habla y la lengua, tanto a nivel simbólico como material: "Dijo que debía toma sesiones con una logopeda, aparte de seguir con los brackets algunos meses. Que cuando tragaba o hablaba, mi lengua empujaba los dientes hacia afuera y eso lo hacían los bebés, desestabilizando cada vez más mi mordida y la mandíbula. Abriéndola"
La deriva del texto celebra la imperfección y la resistencia a adecuarse a un molde de escritura o la neutralización del lenguaje en el contexto de vivir en otro país: "Ella dice la palabra BEBÉ, mientras que yo siempre digo GUAGUA".
Así se entretejen recuerdos relacionados a los vínculos, sesiones con terapeutas, experiencias con la publicación de libros, mientras la autora escribe estos fragmentos y piensa: "Todas deberían escribir la historia de sus lenguas".