En tres capítulos, llamados “Los putos”, “El Rengo”, y “Me muero por chuparte la pija”, Ioshua expresa una completa devoción por los pibes del barrio, esos que siempre andan en grupo y que lucen sus cuerpos morochos y marcados sin pudor, que fuman faso en las esquinas y que escuchan cumbia villera, imaginando encuentros sexuales con ellos e incluso consumando sus fantasías, pero, eso sí, follando como machos, no como “putos” tal como se menciona en el texto. Haciendo uso del lenguaje coloquial de las villas de Argentina, el lunfardo, Ioshua retrata en tres episodios el hambre y la violencia, pero también el anhelo por un mínimo de afecto. El protagonista da cuenta de un antiguo amante que fue asesinado por la gorra (policía), de un revolcón con un chavón después de jugar un partido entre amigos, y de su amor incondicional por Pablo, aun cuando se lamente no poder evitar hacerle sufrir