En los seis relatos congregados en Yo aún no he visto el mundo se respira una constante tensión entre lo asfixiante y lo liberador. Podría parecer que no hay nada más singular que encontrar paz en el centro de la extrañeza; sin embargo, quizás eso tratamos de alcanzar todos, en buena parte de nuestras luchas cotidianas, aunque sin éxito. No obstante, los personajes que construye Roskva Koritzinsky, los cuales poseen distintas formas de perseverancia que los lleva a la búsqueda de la libertad, el amor, la belleza y la felicidad, se abre paso mientras los misterios y catástrofes del mundo estrechan su cerco.