Tres locas –la Perlongher, la Copi, la Moreno– trajinan, cada una a su manera, el suelo movedizo de las escrituras argentinas. ¿Argentinas? Una escribe en francés, la otra encuentra su línea de fuga brasileña y la tercera mapea un mundo “subte”, el under feminista y glttbq que son la contracara –la contramarcha– de la cultura argentina. Sus escrituras hacen mundos, y esos mundos son y no son la Argentina. ¿Qué pasa cuando esos mundos entran en fricción con eso que llamamos “cultura nacional”? Y a la vez, ¿cómo van a contrapelo del gran relato de la globalización, de sus cuerpos hechos a medida del capital? Entra en Germán Garrido: el arte de la afirmación cuir, el arte de afirmar existencias a contrapelo, ese arte múltiple y proliferante, es también una inteligencia militante que desordena los mapas de lo nacional y de lo global, de lo local y lo cosmopolita, del territorio y los mundos. Habrá en ello una gramática del deseo: activistas díscolas de los placeres, de los afectos, de los amores y de las furias; ahí vive una política de la imaginación crítica: La Internacional del Pecado es la cartografía de esa imaginación crítica: un libro luminoso y riguroso que lee en estas escrituras, en sus zonas expansivas, las latitudes de unos desvíos de lo cosmopolita capaces de reponer el deseo del mundo. La literatura –que es aquí, inequívocamente, siempre inespecíficas: periodismo, historieta, performance, arte de la publicación y de lo público- reencuentra su pulsión más genuina: la de activar los muchos mundos que habitan la lengua, y la de conectarlos a la deriva incesante de los deseos y los afectos. German Garrido nos devuelve la más nítida pasión de lectura: la que enlaza imaginación y crítica, su tráfico incesante, hoy más necesario que nunca.
Gabriel Giorgi