Eugenia, la hija adolescente de Inés, desaparece. No deja rastros, ni una nota, ni indicios que develen qué pueda haber pasado con ella. Su madre, en lugar de hacer la denuncia o buscarla desesperadamente, deja pasar varias semanas hasta reaccionar.
El movimiento inicial de La melancolía de los perros devela vacíos, intersticios en una trama que sólo se irá urdiendo a través del carácter interior de los personajes y de los hechos esenciales de una vida que, como se sabe, por esenciales, son pocos y definitivos.
Ambientada en tres temporalidades a lo largo de veinte años –1990, 2000, 2010–, Esses trenza y desanuda en esta novela, escrita con ambición narrativa –la misma que ya se apreciaba en Un buen judío, su novela anterior– y precisión naturalista, intrigas, personajes, situaciones y telones de fondo de una historia por momentos opresiva, densa y hasta triste, pero siempre de lectura magnética.