De Pablo Maurette conocíamos sus extraordinarios ensayos filosóficos, El sentido olvidado y La carne viva, ambos de gran repercusión entre los lectores y la crítica. ¿Qué
ocurre cuando alguien de ese perfil da el salto a la ficción? Bueno, no hay una regla escrita. Hay resultados buenos, malos y regulares. Pues bien, en el caso de Maurette es el mejor de los resultados. La migración, su primera novela, atrapa por su inteligencia, su ironía, la forma en que los acontecimientos se desarrollan y la seguridad, en la lectura,
de estar ante a un narrador consumado. Pasemos a los hechos. Estamos en Buenos Aires en 2041. Ante la inesperada aparición de un documento perdido, tres
hombres se juntan a recordar a un amigo que desapareció misteriosamente en Chicago 25 años atrás. A lo largo de una noche interminable de excesos en una Buenos Aires vagamente distópica, la lectura del documento recobrado se entrelaza con la crónica del asesinato de un profesor de historia de las religiones, la historia de Rumania en el siglo XX y la creencia atávica en la transmigración de las almas. La intriga nunca se detiene, como tampoco termina, luego de haber llegado al final, el recuerdo de haber leído una novela hermosa.