La bella y la bestia constituye un cierre magnífico para la obra cuentística de Clarice. Conformado por seis cuentos escritos cuando la autora no contaba con más de veinte años y por otros dos redactados en su último año de vida, lo primero que sorprende de este volumen es su homogeneidad y ensamblaje armonioso. El lector se siente inclinado hacia cierta incredulidad malsana porque cuesta creer que, siendo tan joven, Clarice hubiera podido expresar con tanta contundencia temas y preocupaciones que la acompañarían hasta el final de su vida. Este libro exhibe, en los cuentos de juventud y de vejez, el control al que se quiere someter a la bestia en un mundo gobernado por la destrucción, o peor, por el placer de la destrucción y por el sinsentido del dolor. Como respuesta, está la escritura rara de Clarice que, a la vez que hospitalaria, llega a ser herida, afecto intenso, aullido luminoso.