Natalia Litvinova indaga en el oscuro linaje femenino, deconstruye y reconstruye una Matria. Es parte de ese recorrido y de ese propio mundo poético que tome ahora un personaje mítico, que como todo mito tuvo algo de base real. Y que construya una tercera figura que no es el personaje ya fijado colectivamente ni la persona biográfica que fue sino una nueva interpretación. Desde una nueva mirada sobre las mujeres y sobre el Bien y el Mal. Un personaje que podría haber sido una gran concertista de piano pero su madrastra necesitaba casarla, seguramente necesitaba un yerno, un hombre en la familia. Así es que Soñka da a sus manos de oro otro destino. Lo que puede elegir es entre el triste Mal convencional y un Mal liberador. Lo vive con el desafio de lo excepcional. Y aunque ha tomado algo del padre, lo transforma casi en una revancha desde su no lugar. Esto es en el fondo la estirpe de las brujas, a la que Natalia Litvinova adscribe y asocia su mal-dición de poeta.
Susana Villaba