“Quiero estar con vos” es más que te amo, es “estoy acá”. Es darse, poner el cuerpo, la espalda, sostener. Porque amar, se puede amar a la distancia, o sin entrega, pero solo hay una manera de estar, y tiene espinas. Lo que se captura en este libro es todo aquello que todavía no se dijo del amor, o que está empezando a decirse; se necesita una sensibilidad despiadada y gozosa a la vez, como la de estos poemas, para desplegarlo. Una mujer sola que acelera a 120 con el hijo de tres en el asiento trasero, que se despierta a mitad de la noche para pelear, como en un ring, pero también quiere ser amada.
Como en los poemas de Luna Plutón o los relatos de Las rusas, la de Flor Monfort es una escritura atenta al plano material, a los trabajos cotidianos, la trama de pequeñas y grandes labores que fabrica el mundo cada día para que podamos habitarlo, y escribe el feminismo en el único lugar donde interesa para la literatura, ahí donde falla: “con el feminismo/ hacemos castillos de cartas”.