"En la escuela aprendí el arte de sobrevivir a la ley de la calle. Después me metieron preso por robar y me mandaron a un hogar donde me enseñaron las sencillas técnicas del crimen; allí aprendí a resistir contra la dureza de la caridad cristiana. En los asentamientos Noongar aprendi el arte de ser completamente inexplotable y a sabotear cada iniciativa hipócrita que pretendía mejorar a los nativos. También aprendí a tomar alcohol puro y sexo puro. En la cárcel me gradué en vicio y me sobrepuse a mis últimas ilusiones sobre la vida. Ahora sé que la esperanza y la desesperanza son igual de absurdas".
El protagonista y narrador es un mestizo vagabundo, apartado de su familia, su sociedad y sus raíces tribales. A los 19 ya pasó la mayor parte de su vida en instituciones, orfanatos, prisiones. Es moderno, es genial y está desapegado de todo y de todos. "Hoy es el final y las puertas se van a abrir para expulsarme, solo y supuestamente libre. Otra deuda pagada a la sociedad, yo que nunca le debí nada".