El muchacho, en apariencia, solo quiere devolver dos libros y rebuscar un poco entre las estanterías. Pero en la sala de lectura se topa con el extraño bibliotecario, un anciano furibundo que lo introduce en el laberinto de la biblioteca, donde lo encierra. En la mazmorra de papel recibe deliciosos manjares, servidos por un misterioso hombre-oveja y una bella muchacha muda. Poco a poco percibe que los límites entre los objetos, las personas y los espacios son cada vez más difusos. La biblioteca secreta es una pesadilla kafkiana y al mismo tiempo una sensible historia sobre la pérdida y la soledad. Murakami construye a través de su habitual estilo, cargado de símbolos tan familiares como herméticos, una historia sutil acompañada por las turbadoras ilustraciones de Kat Menschik.
La biblioteca secreta es también el lúgubre escenario en el que un joven adolescente habrá de enfrentarse solo al mundo adulto, que se burla de sus temores infantiles y que le obligará a asumir la madurez sin transiciones. Un escenario en el que fantasía y realidad se confunden para recrear el complicado proceso de abandono de la niñez y sus monstruos, y el paso a una dimensión nueva y desconocida.
«Lectores sin capacidad de fantasía, con dificultades para conectar con los miedos de su propia infancia, deberían alejarse de esta obra», sostiene Arno Widmann, del Frankfurter Rundschau. A todos los demás, el prestigioso crítico alemán no vacila en recomendarles fervorosamente este maravilloso cuento.