Los poemas de Como el agua cuando corre están hechos de agua, del líquido originario que refresca, abre poros, congela, golpea, envuelve. Julieta consigue materializar en palabras el momento exacto en el que inflamos los cachetes y sumergimos nuestro cuerpo. El pasado, la persona, la emociòn, la sustancia, nuestro cuerpo hecho todo de agua, la ecuació invertida, el aire remontándose a aquel primer momento en el que vinimos a ser.
Su obra nos lleva como un tobogán en un parque acuático, a través de un viaje frenético, profundo y visceral. Un óque bombea, a un lago sereno, un río anunciando la crecida, una tormenta de esas donde todos los muertos deciden ponerse a llorar juntos. Promete llegar a la fibra más íntima de quien los lea, derretir aquello que se cree ausente, pero que está solo un poco congelado, aguardando paciente el toque de unos dedos suaves, un empujón, una palabra exacta que le permita volverse líquido y fluir.
Jerónimo Maina