La música, como la poesía, es una reconstrucción de la memoria: la música es el desgarro de la añoranza: la voz humana, en el desarraigo, se quiebra melódicamente y teje un paisaje, reconstruye su universo sonoro. Cuando la voz se pierde, la memoria asiste a ella. La poesía la extraña y la adivina. La poesía que la escribe contra su propia naturaleza, que hace una música también con el trazo de la letra de la voz. Con Guarania, Pola Gómez Codina nos introduce en un mundo en expansión que nace del itinerario de aprendizaje de una lengua que, por circunstancias del destino (o de la coyuntura), ya no podrá ser la lengua materna pero siempre podrá ser una lengua restituida. Guarania, es, en ese sentido, ante todo un libro de restituciones, de la música, de los seres y sensaciones, de las voces, de la memoria.