Tras ocho años sin novedades editoriales, Simon Reynolds vuelve con una celebración de la música que parece anticipar el futuro. Estableciendo un contrapunto con su propio Retromanía. La adicción del pop a su propio pasado (2011) y con Los fantasmas de mi vida. Escritos sobre depresión, hauntología y futuros perdidos (2013) de su camarada bloguero Mark Fisher, en esta compilación de artículos Reynolds insiste en librar una guerra contra la cultura retro. Solo que al desesperanzado diagnóstico vinculado a la desaceleración de la innovación en la primera década del siglo XXI opone una mirada actualizada y más optimista sobre la capacidad de la música popular para continuar reinventándose. “Si bien lo retro sigue siendo prominente, ya no es dominante”, dice, y esto permite que su ingenio crítico pueda detectar aquí y allá nuevos territorios acústicos en los que adentrarnos con perplejidad.
Pero el foco de esta selección de textos, escritos entre los años noventa y el presente, no está puesto solo en la actualidad, sino en una genealogía de artistas que hicieron de las texturas y ritmos artificiales su zona de exploración. Futuromanía es un tapiz que reúne las ficciones sónicas que han proliferado en ese espacio de incertidumbre y creatividad donde lo humano se encuentra con las máquinas. Una guía entusiasta que recopila toda una vida de escucha electrónica. Comenzando con un extraordinario capítulo sobre Giorgio Moroder, pasando por perfiles esclarecedores de Kraftwerk, Ryuichi Sakamoto, Wolfgang Voigt o pionerxs del sintetizador como Wendy Carlos, y registrando con ojos neófitos el nacimiento del acid house, el jungle, el gabber o el IDM, la primera parte de este libro es una verdadera arqueología de monumentos al futuro. En la segunda mitad, productores como Aphex Twin, Daft Punk o Burial se encuentran con Oneohtrix Point Never, Geneva Jacuzzi, Grimes, Traxman, Arca o Travis Scott para cartografiar una gama de microescenas y estéticas que están expandiendo los límites de la escucha. El trap, el footwork o el hyperpop, y tecnologías digitales revolucionarias como el Auto-Tune, se vuelven aprehensibles gracias a la reconocida inventiva de Reynolds para crear conceptos que definen una época. “Maximalismo digital”, “etnodelia”, “conceptrónica” son algunas de las nociones con las que uno de los críticos más influyentes de nuestro tiempo revalida su vigencia y nos alienta a descubrir la música del mañana… hoy.