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Descripción

Esta es la verdadera historia de Marcos Herrero, el falso perito, un sembrador de pruebas serial. Todo lo que hallaba en sus investigaciones, lo había plantado previamente. Podían ser huesos, sangre, semen o armas. Se especializó en fabricar causas con gran impacto mediático y logró engañar a familiares de víctimas y presionar a la Justicia para encarcelar inocentes. Las investigaciones de este libro fueron parte de la prueba para desenmascararlo.

Marcos Herrero era un policía de la ciudad de Viedma que comenzó a interesarse por la búsqueda de rastros al ver a sus compañeros de la División Canes. Su mayor contacto con los perros había sido como paseador. Buscó información en internet, miró videos de rastrillajes y así construyó la que sería su meteórica carrera. Sistematizó un fraude que le funcionó: sembrar pruebas para que sus perros las encontraran. Fue funcional y cómplice de jueces, políticos, policías, abogados inescrupulosos y medios de comunicación. Su enajenación lo llevó a tener un depósito de pruebas falsas, como el esqueleto humano que comenzó a desmembrar en su patio. Según la ocasión lo requiriera, el supuesto perito elegía qué pieza de su colección le servía para inculpar a la víctima elegida.

El periodista Germán Sasso realiza una profunda investigación que repasa cada una de las actuaciones del falso perito en una veintena de casos; entre ellos, el de Facundo Astudillo Castro, Santiago Maldonado, Araceli Fulles, Marito Salto, Marcela López y Viviana Luna. Después de tantos años de impunidad, por primera vez la Justicia le puso un freno al hombre que se había convertido en una máquina de plantar evidencia, desviar causas e involucrar inocentes.

Esta obra contiene una profesional labor de varios años de seguimiento, investigaciones, consultas con las partes involucradas en los diferentes casos, charlas con especialistas en la materia, análisis de pruebas obrantes en los expedientes judiciales y las respectivas resoluciones, lo que permitirá concluir que Marcos Darío Herrero no era más que un vendedor de falsas ilusiones. FISCAL GUSTAVO PIRRELLO