Cuando la originalidad se vuelve un imperativo y todo lo nuevo muere antes de nacer, el verdadero gesto de ruptura consiste en volver la vista atrás.
Los treinta poemas que componen Sentencia de muerte narran, como fotogramas de una tragedia, la historia real de Ósip Mandelstam, un poeta que creía que su don para crear belleza le imponía la responsabilidad de decir la verdad, incluso frente al poder absoluto de Stalin. Es también la historia de Nadezhda, que con su memoria prodigiosa rescató la obra de su esposo del olvido y preservó su legado.
Sonetos, letrillas, zéjeles, baladas, seguidillas: cada poema se sumerge en una estructura diferente, rescatando la herencia literaria del Siglo de Oro, el modernismo y la poesía antigua, en una búsqueda por mantener viva la riqueza formal del pasado.