Dos jóvenes amantes, Sasha y Volodia, están separados por la guerra y mantienen vivo su amor intercambiando apasionadas cartas. Se hablan de todo y de todos: su infancia, sus familias, su vida cotidiana, sus alegrías y sus penas. Parece un normal intercambio epistolar entre dos enamorados hasta que el lector empieza a darse cuenta de que el tiempo entre los dos está desquiciado, que no solo están separados por un continente, sino también por cinco décadas. Ella vive en el presente y es enfermera en la Rusia de los años sesenta. Él lucha en China en la rebelión de los Bóxers a principios del siglo XX. Él muere en una de las primeras escaramuzas de esa guerra medio olvidada, pero sus cartas siguen llegando. Ella, mientras tanto, se casa, pierde un hijo y continúa escribiéndole sin inmutarse, como si hubiera un mundo paralelo, como si el tiempo no jugara ningún papel, como si fuera tan pequeño como la muerte.