¿Cómo contar una historia? ¿Cómo invocar el pasado? ¿Cómo reconstruir el recuerdo si no es volcando la sangre en la tierra a modo de encantamiento? Sebastián Sosa Ojeda nos responde estas preguntas con la inocencia propia de la poesía: una historia se cuenta desde el principio. ¿Y qué hay en ese principio? Una marica que se mece, se desanuda y se va parando como un animal pequeño para salir al mundo. Esta es la historia de esa marica que habita el secreto, que se descubre el cuerpo a escondidas, que se reconoce en la furtividad de un campo y que se hace flor entre la paja y la media sombra.
Una siesta de verano, una saliva compartida, una ramita que se posa sobre cuerpos inexplorados, una excursión instintiva al deseo. Los varones de esta historia se mueven, se besan entre la maleza crecida, rozan sus pelvis bajo el silencio del campo virgen, se huelen como animales inocentes y se bailan cumbias clandestinas.
Por eso, este libro es una gran aventura. En los poemas de Sebastián lo que se alza no es otra cosa que un conjuro, una invocación del niño que fue, un altar para el recuerdo, pero, sobre todo, una historia que se escribe en presente y queda abierta para demostrar que la poesía siempre es generosa y, contra todo el orden del mundo, una gran promesa.