Yo nací en Libertad, me crié ahí. Libertad es un barrio muy pequeño perdido dentro de Merlo. Es una zona semi rural, el último cordón del conurbano. Cuando yo nací era un campo con apenas cuatro ranchos y un par de familias nada más. Ahí me crié. Después se urbanizó un poco más, empezaron a llegar más vecinos y más casitas y todo empezó a mejorar. Yo no puedo decir que haya sido dañado por la homofobia en el barrio; porque siempre fui un pibe común y corriente. Yo siempre era un problema porque me juntaba con los peores y no estaba en ese lugar vulnerable de ser la mariquita del barrio, la que todos se burlaban o le gritaban cosas desde la esquina. Me han gritado estupideces, pero así mismo me paraba. Y si me han dado una mano en la cara, bueno, yo también tengo dos y me he defendido; y he impuesto respeto. Exigí el respeto que yo merecía, y sentía que era el que debían darme. Nunca me creí eso de que el puto tiene el nombre diminutivo, el Carlitos, el Robertito, bueno; yo no. Yo soy yo y se me respeta. Yo impuse ese respeto. Si me fui, fue porque sentí que dentro de mi alma había cosas que debía encontrar. Y que la esquina se había agotado para mí. Con los pibes estaba todo bien, pero bueno… Tenía otro mundo, que yo intuía, ahí afuera; y salí a buscarlo.