Valentín vive en una localidad del tercer cordón del conurbano bonaerense y es el emergente de un grupo de estudiantes que organiza acciones pequeñas en su distrito. Un profesor «distinto» se le acerca y lo invita a formarse, en principio con lecturas: Scalabrini Ortiz, Cooke, Jauretche. Detrás de cada acción, dice, se discute poder. Ya pasó el 2001 y el país está a punto, otra vez, de pasar de pantalla.
Uno no decide lo que ama, novela de iniciación, acompaña con una prosa afilada, como en una larga discusión, el recorrido y el crecimiento de estos jóvenes politizados que vivirán con urgencia militante, y con ambición de poder, las primeras décadas del siglo XXI.