"Mi autorretrato es una tarántula sin ojos», escribe Elaine Vilar Madruga, y los poemas de Las tarántulas son, entonces, esa telaraña que atrapa a memoria del cuerpo, el agujero desde donde emergen los miedos, y los deja a la vista.
Fiel a su estética, que reivindica la belleza de lo macabro, lo pútrido y lo animal, y con una precisión magnífica, la autora nos invita a mirar de cerca eso que siempre estuvo bajo nuestros pies: lo que crece y vive en la oscuridad, como la tarántula, esperando el momento oportuno para revelarse."