La iluminación del absurdo es seguramente el mejor destino de la literatura y en estos textos de Carlos Vitale -que alternan la sustancia narrativa con la reflexiva, los pequeños relatos y los chispazos aforísticos- el suicida descortés, el náufrago que flota sobre una puerta, los nadadores que se entrenan para una travesía sin destino, la amistad basada en el mutuo desconocimiento, el teléfono que solo suena cuando no estamos… reflejan, o simbolizan, esa realidad sin sentido que solo ciertas rutinas laborales y comerciales se empeñan en ofrecernos como racionalmente ordenada. José María Merino
Y luego viene lo mejor, el hilo que une a estos relatos y los convierte en uno solo: el humor, el resquicio socarrón e inteligente por donde observa el autor la vida y la forma como obliga al lector a hacer lo mismo. Winston Manrique (El País, “Babelia”)