Estos cuentos no son cortos y sin embargo se leen siempre de un saque. Se leen, en todo caso, en bloque, cualquiera sea la velocidad impresa a la narración: aquí los tramos en que la acción se mueve y los tramos en que se queda quieta son ambos urgentes, como si una misma tensión los sobrevolara. Lo que no es parte de la acción no es ni mero barroquismo ni corresponde al torpemente llamado clima: es parte de una inminencia, es decir, de la historia misma (en sus cuentos Vitulli consigue lo que alcanzaron los maestros: hacer que todo comparezca por igual, pero no quitando sino agregando historia a la historia). Con el correr de las páginas uno sufre el trauma difuso, el pequeño y no tan frecuente terror, de estar no solo ante un gran libro sino también ante un gran escritor. Francisco Bittar