La palabra no se menciona: en las cenas familiares, en las reuniones con amigos, en las charlas de trabajo, la menopausia no así sus síntomas está borrada. No existe, no es. Cuando llegan a esa etapa, las mujeres descubren que no tienen información ni saben dónde buscarla. Profesionales desaprensivos les aseguran que es normal. El discurso dominante las empuja a aceptarla como algo que deben disfrutar, como una oportunidad para mirarse a sí mismas. En muchos casos la realidad es otra. La respuesta a ese choque de fuerzas entre el deber ser de la menopausia y lo que realmente sucede es la angustia. Mónica Yemayel hace un viraje de 180 grados en relación con los discursos establecidos en un libro revolucionario. No hay aquí concesiones de ninguna clase: ni a la industria farmacéutica, ni a los relatos beatíficos de climaterios encantadores. Encarnando una asombrosa cantidad de información en decenas de testimonios, Yemayel desmenuza las facetas, buenas y malas, de esta etapa por la que pasará indefectiblemente la mitad de la población mundial, a la que la medicina desestima y de la que el cuerpo social no se ocupa. Con una prosa límpida y cadenciosa, Mujeres que ya no sangran está atravesado por su propia experiencia, narrada con elegancia y un altísimo grado de honestidad y coraje.