Los agentes dobles de este libro no son los traidores o conversos de las películas de espionaje sino un conjunto de cineastas y escritores –entre otros Julio Cortázar, Manuel Antín, David Viñas, Fernando Ayala, Augusto Roa Bastos, Armando Bó, Leopoldo Torre Nilsson y Beatriz Guido– que se movió entre el cine y la literatura para producir en el primero una renovación fundamental. Marcos Zangrandi estudia en este libro un periodo de fructífera trasformación del cine argentino –el que va de fines de la década de 1950 a mediados de la siguiente– a partir del análisis de las alianzas entre cineastas y escritores que la hicieron posible. En efecto, Los agentes dobles interroga las convergencias entre el cine y la literatura que habilitaron esa trasformación; para ello, se demora en cada capítulo en las parejas –y alguna vez en los tríos– de cineastas y escritores que la protagonizaron. El carácter doble o anfibio no remite solo, entonces, al desempeño de algunos de esos agentes en el cine y en la literatura –por ejemplo, Torre Nilsson como autor de películas y también de cuentos y novelas– sino en especial a las reuniones colaborativas de las que surgió ese primer nuevo cine argentino.
Un mérito no menor de este libro sobre los vínculos entre cine y literatura es que su autor prescinde sagazmente de nociones como adaptación, transposición o fidelidad para dar cuenta de otra cosa: los efectos que la literatura tuvo en “la gestación de una nueva pantalla”. Esa decisión metodológica es la que permite que Los agentes dobles ilumine con una nueva luz un periodo importantísimo del cine y la literatura argentinos sobre el que ya parecía estar todo escrito.
Patricio Fontana